Dynamo: la expansión del sonido

 El 26 de octubre de 1992, Soda Stereo publicaba Dynamo, un disco que desafió todo lo que el rock latinoamericano entendía por éxito. Después del suceso monumental de Canción Animal, la banda eligió el camino más improbable: el de la experimentación.

Queríamos desarmar todo lo que habíamos hecho hasta ese momento”, dijo Gustavo Cerati en una entrevista de la época. “Veníamos de un disco de guitarras, de potencia. Dynamo fue otra frecuencia, más líquida, más sensorial”.

Y vaya si lo fue. Grabado en los estudios Supersónico, Dynamo es un laboratorio sonoro donde el shoegaze, el dream pop y la psicodelia se cruzan con la precisión rítmica de una banda en su punto más afilado. Canciones como En remolinos, Claroscuro o Luna roja respiran una densidad inédita: guitarras en espiral, texturas electrónicas y un Cerati que canta como si flotara entre ondas de sonido.

Nos interesaba más el ruido que la melodía”, recordó Zeta Bosio años después. “Era como si estuviéramos sintonizando una frecuencia nueva, y a veces se colaban interferencias, pero eran las interferencias las que más nos gustaban”.


El resultado dividió a la crítica y desconcertó a parte del público. Pero con el tiempo, Dynamo se convirtió en una pieza de culto. Un disco adelantado a su era, que anticipó el gusto por los sonidos envolventes y electrónicos que dominarían la siguiente década.

Dynamo fue un salto al vacío”, resumió Cerati en una entrevista posterior. “Pero caer en ese vacío fue hermoso”.


Hoy, más de treinta años después, el álbum sigue vibrando con la misma energía cósmica. No es solo un disco: es una experiencia. Una invitación a perderse entre capas de delay, distorsión y deseo.

En El Bloque Radio, lo celebramos como lo que es: uno de los momentos más audaces, sensoriales y visionarios del rock en español.

Porque Dynamo no se escucha. Dynamo se expande.